martes, 8 de julio de 2014

Leer es vivir en otro mundo.

Por petición de Ana (véase aquí) procedo a realizar mi particular reflexión acerca de los libros.

Coges un libro, lo abres, lees las primeras páginas. Un nuevo mundo ha comenzado. Las palabras dejan de ser palabras para convertirse en actos, en escenas, en una película interna que en tu cabeza ya ha comenzado. Esa es la magia de la lectura. Esa es la magia que se esconde tras un libro. Saber leer más allá de las palabras. Saber ver más allá de todos los puntos, tildes, párrafos, capítulos.

Magia que pocos poseen. Magia que pocos esperan sentir. Magia que solo unos sabemos valorar. Sabemos apreciar. ¿Quién dice que la lectura es aburrida? Aquellos que no ven magia en las palabras. ¿Quién dice que no le gusta leer? Aquellos que no sienten leyendo un buen libro. Aquellos que no saben que la lectura te evade de la realidad. Te lleva a otro mundo. A ese mundo mágico.
¿Quién ama la lectura? Aquellos que no vemos personajes en los libros, sino amigos, sino acompañantes en el viaje. Acompañantes diarios. Aquellos que leemos una frase y, al instante, deseamos leer la siguiente. Porque no podemos dejar de leer. Porque la película tiene que continuar, ¿cómo se va a quedar así? 

La lectura es la escapatoria. Es la vía de escape de la vida. De la realidad. De nuestra realidad. Es vivir en los personajes. Vivir en la historia. Sentir lo que los personajes sienten. Pensar como los personajes piensan. Actuar como ellos actúan. En definitiva, leer es vivir en otro mundo. 

miércoles, 2 de julio de 2014

La mejor de las sensaciones.

Me encantaba tu forma de mirarme. Me encantaba cuando llegabas 5 minutos antes al sitio donde habíamos quedado y te enfadabas cuando yo llegaba, pensando que llegaba tarde. Me encantaba tu sonrisa. Tu dulce y tímida sonrisa. Y aún me encantaba más cuando yo era la culpable de ella. Me encantaban tus ojos. El brillo que desprendían. Me encantaba cuando esos dos destellos de luz se posaban en mis minúsculos ojos, para hacerme sentir la más grande de todas. Me encantaba cuando reías. Me encantaba cuando llorabas y, entre sollozos, decías: abrázame, por favor. Me encantaba todo de ti. Me encantaban hasta tus defectos. Hasta cuando no estabas. Cuando no venías. Cuando me ignorabas. Me encantaban tus llamadas a las 4 de la mañana porque me echabas de menos. Me encantaban tus "eres mi vida". Tus "me encantas" susurrados en mi oído.
Me encantabas incluso cuando eras insoportable. Me encantaba tu cabezonería. Me encantaba que siempre quisieras llevar razón, incluso cuando no la tenías. Tu mirada junto a la mía. Tus brazos en mi cintura. Tus labios junto a los míos. Y, es que, me encantaba tanto sentirte cerca. Era la mejor de las sensaciones. Tú. A mi lado. Eternamente.
Qué pena que todo eso solo fueran mentiras. Solo fueran ilusiones rotas. Falsas esperanzas. Qué pena que todo fuera una ilusión. Qué pena. Tanto te quería que... aún lloro por ti.