martes, 22 de septiembre de 2015

Yo solo hice cuanto estuvo en mi mano para mantenerte a mi lado.

Tan solo quería decirte que no tengo ningún malo recuerdo que quedarme. Que por mi mente vagan cientos de momentos y todos ellos van acompañados de una sonrisa o de una cómplice mirada. Tomé la decisión de apartarme en un vano intento de que la cuerda no se rompiera. Tomé la decisión de alejarme para no soportar más lágrimas, más reproches, para no recordar con angustia lo que un día taché de felicidad. Aún me cuesta recordar cómo empezó todo, o quizás debería decir que todo terminó en ese preciso instante. Aún me duele tu recuerdo junto a mí o tu risa pegada a mi oreja. Mentiría si dijera que esto fue mi elección, porque no lo fue. Simplemente no quedaba otra. Solo tuve que tomar decisiones, decisiones difíciles, decisiones valientes, o tal vez cobardes, no lo sé. Pero en mis decisiones nunca estuvo rendirme. Hasta que no hubo más remedio que hacerlo. Decidí que era momento de dejar de fustigarme, de fustigarnos, de fustigaros. Decidí que era momento de vivir mi vida con quienes quisieran vivirla a mi lado. Decidí, simplemente, que nuestros caminos debían separarse para no hacernos daño, aún más, quizás. Las decisiones a veces pueden no ser las acertadas. Quién sabe. Solo el destino, el tiempo, el futuro, puede decirnos si esto debía terminar así. Yo solo hice cuanto estuvo en mi mano para mantenerte a mi lado.